12 may 2016

LA CONSTANTE DEL 'YO' EGOCÉNTRICO: NARCISO Y ORIENTALISMO

Echo and Narcissus, John William Waterhouse, 1903



Escribir, pintar y reflexionar no tienen un motivo de competividad inútil, en el momento en que las pasiones pasen a ser la causa de la mutilación del goce creativo abandonaré las páginas, los lienzos y el pensamiento. En unos tiempos en que no tener más de una cantidad concreta de seguidores y que no vestir una moda impuesta conscientemente es sinónimo de perdedor, yo lo reafirmo, me han vencido, aún a riesgos de que esta misma reflexión sigue teniendo una parte de ego congénito. Todo parece un escenario del melancólico punto pesimista de la propia existencia, pretender ser el peor nos otorga de excusa para ignorar obviedades difíciles de enfrontar, pretender ser el mejor nos otorga un poder sobre el otro, que nos hace sentir vanidosos ante nuestra limitación. Más o menos, ambos se nutren y coinciden en lo que en nuestra especialización se llama 'Otredad'. Es todo un autoengaño.

Pasa que la absurda rivalización empieza a ser una constante común, quizás innata, en la propia existencia del individuo. La necesidad de competir en una sociedad que nos ha inducido a seguir el camino de la auto perfección, de un intento de superioridad inalcanzable, inexistente, que nos enfrenta a nuestro propio 'yo' más frágil, rechazando nuestra ambigüedad que surge de una Naturaleza kantiana, para evitar al juicioso, que se convierte en la absurda constante del 'yo' egocéntrico, del Narciso empedernido como individuo o de lo que en el pluralismo se ha extrapolado al Colonialismo.

Nos obsesionamos de nuestro 'yo', hasta tal punto que expiramos nuestros días con absurdos prototipos que nos llevan a un estado narcisista. Sin embargo, pocos son conscientes de lo que ello representa. Narciso, protagonista del pasaje de Ovidio, es la ejemplificación del ser contemporáneo, el cual con una extraña vanidad establecida se enamora de su propia imagen y muere por su causa. Este establecimiento crea una controversia fundada en una misma ironía; por un lado como una proyección innata, por otro como una influencia social. En este primer sentido el 'otro' pasa a un segundo plano en nuestro valor, y es que el tratamiento de la Otredad en el narcisismo debe de ponerse en valor. Como dice Darío Sztajnszrajber, siempre se pone al 'otro' afuera, sin tratar de visualizar ese otro que habita en el yo mismo, y es que el 'yo' solo puede ser con el otro, al igual que el objeto solo puede ser con el sujeto. Este 'poner fuera', con una manifestación diferencial, nos sitúa en un lugar privilegiado donde la característica del propio yo nos es única, inimitable e intransferible, lo que supone o deriva en un ego, como ya afirmó Said respecto a la otredad puesta en la supremacía grupal del colonialismo del siglo XIX que ha derivado en el binario Occidente-Oriente y el despectivo sentido de 'Orientalismo'. 

Exactamente me refiero a la imagen del ego que socialmente se rechaza, y del que individualmente no aceptamos formar parte. Ya no categorizamos el ego como algo físico, por el cual Narciso murió, sino más bien el que está instaurado en todos los rasgos de la vida, el ego que hace referencia directa a aquello que en psicología han llamado autoestima, un término constante en nuestros tiempos que caracteriza las generaciones del siglo XXI.

Me cuestiono, muchas veces, si realmente el ego tiene un valor sustancial en la conciencia del tiempo finito, lo que supone una peculiar paradoja; quizás la consciencia de la finitud nos hace necesario un ego, lo que da como resultado final lo de siempre, la absurda esperanza del ser, volviendo a referencias a Camus. Es así la sensación que representa Caravaggio en su obra, el auto-enamoramiento de una figura que no ve más allá de si misma, en un fondo oscuro que otorga una focalización directa en el sujeto protagonista, así el artista caracterizado por sus claroscuros evidencia lo eclipsado del ensimismamiento propio.

Muchos han sido los filósofos y pensadores que han tratado la idea del ego. Sin embargo, hay que ir a Descartes para empezar a entender un 'yo' que nos aleja de una relatividad inminente, donde el je cartesiano se convierte en un yo pensante, separándose del cuerpo como tal, con su ya conocida afirmación cogito ergo sum, convirtiendo al 'yo' en un alma pensante de si mismo y consciente de su existencia. En este punto os recomiendo la lectura de 'El ego y el cuerpo. El dilema de Descartes' de Vicente Sanfélix Vidarte, un trabajo que analiza profundamente el sentido del yo cartesiano respaldado por otros autores como Samuel Kripke.


 En Aurora, Nietzsche le dedica un pequeño fragmento en relación al egoísmo aparente:
La mayor parte de las gentes, digan lo que quieran de su 'egoísmo', no hacen nada, durante su vida, por su ego, sino solamente por el fantasma de su ego formado en el cerebro de los que les rodean, antes de comunicarse con ellos; por consiguiente, viven todos en una nube de opiniones impersonales, de apreciaciones fortuitas y ficticias. (...) todos esos hombres desconocios el uno del otro creen esa cosa abstracta que se llama 'hombre', es decir, en una ficción; y todo cambio intentado sobre esta cosa abstracta por los juicios de las individualidades poderosas (...) producen un efecto extraordinario e insensato sobre el gran número. Y todo esto porque cada individuo no sabe oponer, en este gran número, un verdadero ego, que le sea propio y que él haya profundizado, a la pálida ficción universal que él destruirá por esto mismo. - Aurora

Se trata de una invención constituida por apreciaciones exteriores, opiniones ajenas que ha creado la sociedad con la ausencia de observación profunda, dejándose enajenar por los juicios del otro. Observamos la gran estima que tiene el pensador prusiano en la imagen de su Superhombre que se relaciona directamente con ese ego que categoriza de un bien necesario:
...al egoísmo saludable, sano, que brota de un alma poderosa, a la que corresponde el cuerpo elevado, el cuerpo bello, victorioso, reconfortante, en torno al cual toda cosa se transforma en espejo: el cuerpo flexible, persuasivo, el bailarín, del cual es símbolo y compendio el alma gozosa de sí misma. - Así habló Zaratrust.

Sobre el 'yo' se ha basado la filosofía de todos los tiempos, especialmente desde que Nietzsche mató a Dios y nos encomendó la responsabilidad de nuestras propias vidas y de buscarle una significación a esto que soy yo en relación al otro.

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