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Canon 550D, Marruecos, Zagora, 2016. |
Como dice Gérard Mortier, la comunicación ya no cuenta nada sobre el contenido, ya vivimos, no en la vorágine de la vida transgresora que deriva en la crisis de las palabras, no recaemos en el hombre sin atributos, ya somos ese individuo con ausencia de particularidades, en la objetividad ya podemos hablar de lo que me he dado el privilegio de llamar, la 'mutilación del sujeto', o en palabras más actuales, el globalismo y la masa.
Esta licencia no supone un sustancial planteamiento del YO, sino más bien un nuevo concepto de perturbación del tempus. La linealidad se descataloga como entendimiento de la existencia, y los microtiempos adoptan un carácter superior e infinito que aletarga al ser en un sin fin de propósitos divagatorios. Dejamos atrás la crisis del sujeto evocado a una vida desenfrenadamente limitada para dar paso a un sujeto que ha perdido los conceptos en los que el ser humano ha vivido hasta ahora: los binarismos del origen y la muerte, el inicio y el final condenados a su inexistencia actual, vivimos, por lo tanto, en un espacio vacío de tiempo, situándonos ante la nueva crisis del sujeto en una inexistente linealidad temporal.
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