A diario pasa la procesión que transporta un cadáver hacia Manikarnika. Todas las noches arden las hogueras a la orilla del río... Aquí la muerte no se niega. Tal vez por eso mismo pueden decir que la muerte no ha de temerse, sino que ha de recibirse con los brazos abiertos, como un invitado al que hacía tiempo que esperábamos. -Diana Eck (Banaras, city of lights).
Kashi está envuelta en una atmósfera más que sagrada, cargada de una indescriptible sensación a mareo, así es como percibo el centro de Varanasi la primera mañana que me dispongo a buscar un desayuno que me recargue las energías que gasté el día anterior en el camino de 8 horas de bus desde Agra, pero el entusiasmo por volver a reencontrarme con la Diosa Ganga mediante sus aguas me hacen ir directamente al Ghat.
Hombres que se sumergen tres veces en sus aguas para purificarse, otros que juntan las manos a modo de plegaria al tiempo que recitan un mantra, mujeres que venden ofrendas para realizar pujas en el Ganges, niños que corretean por las escaleras... todo tiene una delicada reminiscencia a Rishikesh, pero ahora me siento profundamente absorbida por el entorno que me rodea. Mientras me siento en un escalón en soledad, si es que eso es posible en la India, me cuestiono el 'quod semper, quod ubique, quod ab omnibus creditum est' (lo que siempre es, lo que es en todas partes, lo que es creencia de todas las gentes). Si hay algo que me ha sorprendido en mi periplo por el norte de la India es el concepto que se tiene de la vida y por consiguiente de la muerte.
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Canon M10, Varanasi, India, 2019. |
En Bharat, la muerte puede romper los esquemas de los que somos bebedores de las tradiciones monoteístas Abrahámicas, si bien el conocimiento del budismo es algo que se ha extendido por Europa, el hinduismo es una religión supuestamente politeísta de la que simplemente conocemos la representación de sus múltiples dioses porque nos recuerda al mito griego del que procedemos. Y si es cierto que ciertas premisas del hinduismo nos pueden recordar al Islam, como por ejemplo pensar una 'primera muerte' antes del juicio, el pensamiento hindú se vuelve a alejar de la premisa musulmana a través de la interminable reiteración de la muerte mediante las múltiples reencarnaciones que nos llevan a experimentar la manifestación impersonal de la consecuencia, y no tanto pensado como un juicio final.
Cuando Krishna recuerda a Arjuna su Dharma en el Bhagavad Gita, nos guía hacía el sentido central de la mortalidad en el hinduismo.
Quien piensa que el yo encarnado puede ser el que mata o el que es muerto, no ha entendido nada de nada. No mata ni tampoco es muerto. No ha nacido, no muere... No es muerto cuando es muerto el cuerpo... Tal como una persona se despoja de sus vestiduras cuando éstas están desgastadas y se pone unas nuevas, así se despoja el yo encarnado de sus cuerpos viejos para ingresar en otros nuevos (...) existe un tránsito (en la muerte) a otro cuerpo. (ii.18 /ii.12).
Esta transmigración a otro cuerpo nos presenta al Dharma como la piedra angular del sentido de la existencia en cada una de las vidas a las que estamos destinados a experimentar según el Samsara, por lo que no debemos aferrarnos a la consecuencia de nuestros actos mientras cumplamos con el Dharma que nos ha sido asignado. Un precepto que rompe totalmente con la idea abrahámica de que según nuestras acciones seremos juzgados para ir al cielo o al infierno. Sin embargo, el juicio no está ausente en el hinduismo, pero se entiende desde una visión experimental y de aprendizaje y no tanto como un juicio final en el que padeceremos en el fuego del infierno o disfrutaremos de los ríos y manantiales del paraíso.
El Karma, ese concepto que tanto se ha tergiversado en los argumentos de la Nueva Era, no es más que la consecuencia de lo que hemos hecho en el pasado, por lo que, como afirma John Bowker, "lo que hacemos ahora creará las circunstancias en que haya de habitar el 'jiva' en el futuro" tanto en esta vida como más allá del renacer. Lo que transmuta es el 'Atman' que es el verdadero Brahma, y éste se encuentra en todas las cosas detrás de la ilusión denominada 'Maya', y del que todos los dioses del repertorio hindú son subordinados, por lo que la existencia del todo como Brahma convierte al hinduismo en una especie de religión monoteísta, al mismo tiempo creyente de una sola esencia en el universo.
"El yo sigue siendo inmutable pero renace repetidas veces, hasta que halla su propia vía hacia la liberación". El tan esperado Moksha, o conocido para los budistas como el Nirvana.
Varanasi es la ciudad Sagrada para los hindúes, destino de miles de personas moribundas que emprenden su peregrinaje para poder ser incinerados en los Ghats de la ciudad de la luz y morir esparcidos en el río Ganges. Me pregunto cómo debe de ser la vida teniendo la concepción de que no vas a morir y que el acto de 'morir' es solo un pequeño periplo hacía una nueva vida, hacia un nuevo Dharma cargado de todos los aspectos positivos y negativos que ello conlleva.
Observo los rituales que se llevan a cabo a plena luz del día, que parecen ser la rutina diaria en esta ciudad tan particular. A los lejos vislumbro el humo que sale de la chimenea del crematorio, donde he podido corroborar la existencia del fuego eterno, el Agni del Templo de Shiva, el Dios de la destrucción y la reconstrucción. Un humo que convierte el horizonte en una especie de escenario borroso y desprende una energía que me desorienta, no sé si por un efecto biológico o más bien psicológico, pues mi cuerpo se siente pesado y mi mente totalmente nublada.
Quizás sea cierto que el Atman como Brahma no muere, y por eso la atmósfera de Varanashi no me deja indiferente. Lo que no sabía es que después de cuatro años Varanasi seguiría en mi mente más conscientemente de lo que habría llegado a imaginar cuando escribí estos pasajes en mi diario de viajes.
"Sa va ayam atma brahma"
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