23 jun 2019

UN PRIMER ENCUENTRO CON LA MUERTE: HARISH CHANDRA (PARTE V)

Se dice en el Bhagavad Gita que si a lo largo de nuestra vida dedicamos nuestras acciones al servicio de Krishna, a la hora de la muerte se nos representará la consciencia de Brahma como el último pensamiento de esta vida material, lo que facilitará la unión con el Ser Supremo. Así, no importa la casta o clase social a la que pertenezcamos, mientras nuestras acciones estén alineadas con el Dharma asignado y en su transcurso se tenga consciencia del Supremo.

Canon M10, Varanasi, India, 2019.



Las noches en Benarés se iluminan por las farolas que desprenden un color anaranjado en cada uno de los ghats que protagonizan los actos más transcendentales de esta ciudad. La atmósfera sigue siendo pesada, pero a estas alturas esa pesadez se ha vuelto parte de mi ser y ya no molesta ni me parece insoportable, la acepto como un estado transitorio en el que me encuentro actualmente. 

El paseo por los ghats en la oscuridad va acompañado de algunos perros callejeros que buscan una caricia o un juego infantil, además del hedor característico al que ya me empiezo a acostumbrar, la ceniza de nuestros propios restos terrenales. El fuego de algunas piras ya se desvanecen entrada la noche, pero en absoluto silencio vislumbro un pequeño grupo de personas que hacen presencia ante la cremación de un fallecido. Me encuentro en el Ghat de Harish Chandra, donde se llevan a cabo los rituales funerarios de las personas con menos recursos, a los que aquí en India denominan 'Dom', según su registro de castas.

Como dice Swami Prabhupada en su prólogo del Bhagavad-Gita tal como es, 

"El proceso de abandono de este cuerpo y de obtención de otro cuerpo en el mundo material, también está organizado. El hombre muere después de que se ha decidido qué clase de cuerpo tendrá en la vida siguiente. De acuerdo con nuestras actividades en esta vida, o bien ascendemos, o bien nos hundimos. Esta vida es una preparación para la siguiente. De manera que, si podemos prepararnos en esta vida para ser promovidos al Reino de Dios, entonces, después de dejar este cuerpo material, es seguro que obtendremos un cuerpo espiritual tal como el del Señor"

Parece incoherente como se representa la muerte como una ajusticiadora cuando en esta vida misma existe un sistema de castas y desigualdad tan arraigado a la propia religión y creencia. Sin embargo, tal juicio de valor, inevitable en una situación como tal y con un bagaje cultural totalmente distinto al indio, es necesario apartarlo cuando te haces consciente de que, a fin de cuentas, todos vamos a morir y todos seremos enterrados según la tradición a la que pertenezcamos; religiosa, laica o secular. 

Patañjali mencionó a cinco tipos de sudras; los sakas y yavanas (escitas y griegos), que viven allende el país de los aryas. En segundo lugar, los chandalas y los doms que viven en los pueblos de los aryas pero cuyos alimentos los aryas tienen prohibido tomar. En tercer lugar los grupos como los lavanderos, los carpinteros cuyos alimentos si pueden comerse pero no pueden participar en los rituales de los aryas, en cuarto lugar los sudras 'limpios' que pueden participar en los ritos de los aryas y finalmente los que vivían más allá de los límites de las aldeas aryas.

El Chandala o Dom, aún estando excluido de los rituales y la tradición sagrada, forma parte del sistema dhármico, y en parte por ello son los que suelen ejecutar los ritos funerarios de los aryas. Como afirma Agustín Pániker, 'puesto que la muerte es un momento de máxima polución es el impuro dom quien atiende en la pira de cremación', y éste, a pesar de estar a los márgenes de la sociedad según el sistema de castas, su papel es vital en el sistema.

Vuelvo a poner en práctica el Pratyahara de Patanjali, para tomar distancia de mis propias ideas y simplemente ser y estar en el momento presente ante tal conmovedor ritual ante un grupo de personas con las que, a fin de cuentas, sin importar clases o jerarquías, me siento igual de identificada en lo que respecta a su esencia. El resto queda en mi recuerdo y en uno de los momentos más transcendentales que he vivido en este periplo por la India.



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