4 may 2019

CAMUS: LA VIDA ABSURDA, O EL ABSURDO DE LA VIDA

Tras casi un año ausente de todo tipo de estímulo alterado, tengo la necesidad de escribir, aún sabiendo que posiblemente sea la unica lectora de mis propios pensamientos. No se trata de un escribir por escribir, siempre existe una motivación que empuja a la satisfacción de plasmar una idea. Suele pasar que, esos momentos de audacia, derivan de una causa poco definida, de una chispa de estimulación consentida, sin embargo en esta ocasión la causa de todas mis fatalidades existenciales se debe particular y exclusivamente a una razón clara, un mito. Y es lo que suele pasar cuando, mientras viajas a países donde las tradiciones evocan suspiros del más allá y lees una de esas grandiosas joyas que la filosofía existencialista nos ha dejado, te resurge la vocación, o más bien el ímpetu de encontrar un resquicio argumentativo al sentido de la propia existencia.

'Morir voluntariamente supone que hemos reconocido, aunque sea instintivamente, el carácter ridículo de esta costumbre, la ausencia de toda razón profunda para vivir, el carácter insensato de esa agitación cotidiana y la inutilidad del sufrimiento' 

Decía Camus, en su obra El mito de Sísifo. Y continua en páginas posteriores 

'¿Es que ese insulto a la existencia, ese mentís en que se la hunde, proviene de que carece de sentido? ¿Es que su absurdidad exige escapar de ella, por la esperanza o el suicidio?'.

Lo absurdo de la vida parece ser una aceptación fragmentada de supuestas esperanzas vacías. La propia existencia de lo absurdo da un cierto sentido a la vida, porqué sin ella lo absurdo como tal no existiría, y por tanto Camus nos responsabiliza como acto signiticativo, casi esperanzador, de dar un cierto sentido a una existencia irracionable, vacía de todo contenido sistemático. La motivación de un suicidio contemporáneo parece resultar un auge autónomo en un colectivo individualista y un macrocosmos incomprensible, donde el individuo no acepta su insignificante existencia, que no tiene un motivo de ser, un sentido que a nuestro entendimiento racional o significativo para seguir viviendo. El hombre decide 'acabar' con su vida, porqué al igual que Sísifo, es consciente de una vida que se recrea en un eterno retorno, en una pesadilla absurda, o a decir, sin sentido. La inutilidad de la vida, el spleen baudeleriano, el hastío reiterativo, el pathos heidegeriano, que va a la deriva con la propia vida, y su incapacitado motivo de ser, de incomprensión consciente, de una pantomina existencial. ¿Esto se debe a que nos hemos recreado en una existencia tan egoístamente individualista y sustancialmente impotente que  imposibilita un significado racional que aporte un sentido? ¿O, simplemente es que, la existencia de por sí no tiene sentido alguno?

Si la vida no tiene un fin en si misma, puede parecer incluso respetable el suicidio como acción de consciencia sobre el insignificante sentido de nuestro ser en un mundo plagado de adversidades que angustian la existencia. Pero Camus nos asegura que la motivación de seguir viviendo deriva única y exclusivamente de una falaz esperanza, que visiona tiempos  mejores. Ya lo dijo Pip, "Tan imperfecta resultaba la realización de la primera de mis grandes esperanzas".
'Después de lo absurdo, todo se derrumba' dice Camus, y sigue en otras páginas '... es el divorcio entre el espíritu que desea y el mundo que decepciona'

E ahí esa ambigüedad, esa contradicción intrínseca de un quiero y no puedo, que va acompañada de esa continua bipolaridad hiriente, que se refuta a ella misma con argumentos insosteniblemente contradictorios. 

'A través de las experiencias dostoyevskianas del condenado a muerte, de las aventuras exasperadas del espíritu nietzscheano, de las imprecaciones de Hamlet o de la amarga aristocracia de un Ibsen, descubre, ilumina y magnifica la rebelión humana contra lo irremediable'
Nos enfrentamos a un sacrificio consciente y aniquilador de toda ilusión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario